“Siempre hago un balance del año antes de que acabe, porque no hacerlo es como si me faltara algo... Y, sí, ha sido un año de mierda. Y no, no fue porque no intentara que fuera bueno. A veces das demasiado y recibes menos que un indigente pidiendo limosna en plena tormenta. Te educan para ser buena gente y acabas convertida en el vertedero emocional, económico y social de otros. Así que voy a procurar no serlo. Porque, aunque no lo parezca, calo rápido a la gente… y también a sus miserias. Por eso evito los dramas. El problema es que los dramas tienen olfato y siempre acaban encontrándome. Pero dejémoslo claro: no soy la terapeuta de nadie. No arreglo vidas ajenas, no sostengo egos frágiles, ni acompaño a los TOC porque no me pertenece. No tengo una varita mágica. No hago milagros. Y no pienso romperme para que otros sigan cómodos. La vida no es amable. Y, rara vez, la gente lo es. La vida no espera a que estés preparada, y, a menudo, no premia el esfuerzo y no compensa la bondad, sino la maldad. Pasa rápido y exige lucidez y agilidad. Te estancas; te hundes, y nadie vendrá a salvarte. Así que aprende a mirar antes de caminar, a defender tu espacio, porque si no lo haces, te lo ocuparán. Así es como funciona esto, de modo que espabila, ¡joder!”.
Esto es lo escribiría uno de mis personajes de la bilogía Los Mansfield. Y sí, incomoda bastante su transparencia, pero tiene parte de razón. Somos como somos, y la gente, a veces, se aprovecha de eso. Te estrujan durante todo el año, y cuando no quieres que sigan haciéndolo te odian y dan de lado... Pero no estamos aquí para cargar con mochilas ajenas, ni sostener a quienes son propensos a caer.
Vivir no es aguantar, ni justificar, ni salvar a nadie. Vivir es estar en paz con uno mismo. Todo lo demás es ruido: gente que invade, que confunde cercanía o amabilidad con tener derecho sobre ti. Elegir a gente auténtica es la clave del bienestar emocional de uno. No todo el mundo merece tu tiempo, tus palabras, tu esfuerzo, ni la llave de acceso a tu vida personal. Rodéate de un ambiente sano, o asume el precio de no hacerlo porque la factura siempre llega... Y casi nunca es barata.
Feliz entrada de año, lectores. :)
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