
La noche se llena de sueños que se disipan
negando la evidencia de lo que pudo ser, sin embargo, oigo un susurro y es mi alma que se
estremece como aquel océano castigado por la inquietud que se apila en aquel
horizonte carente de ofrendas…
Fueron tantas las emociones que ya no lloro sino
que hundo mi rostro perplejo allá donde las palabras guardan silencio. Más respiro
sintiendo cómo desertan los recuerdos, mientras el dolor se condensa en un
estallido mordaz e intenso y es entonces cuando la razón me habla, pero no la escucho
sino que me afano en perfilar estatuas mortecinas en un amanecer inflexible y
extraño como el otoño que carda mis ojos...
© Propiedad Intelectual. Charlotte Bennet.
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