
¡Oh, corazón quebrado!
Tú, que apelas a la esperanza,
recibes de este crepúsculo doliente
una corona de espigas,
símbolo marchito de un deseo velado.
Evoca cuán
fugaz expiró la primavera
sobre mi ferviente pecho,
y cuán indómito es este invierno
que asedia, tenaz, mi alma.
© Charlotte Bennet