La rosa…
se encadenó al frío,
en un momento de delirio,
mientras el viento finge
querer liberarla,
solo para doblegarla
a la voluntad
de aquellas deformes sombras,
cuyas manos
destripan los pétalos
helados,
velados por una insomne melodía
que suena
como una plegaria
acotada por la bruma
que adorna las horas…
en las que el silencio
es memoria dormida
para el alma que solloza
entre afiladas espinas.
© Propiedad Intelectual. Charlotte Bennet.
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