El dolor más profundo florece cuando aprendemos a respirar entre ruinas...
He aprendido a ser,
siendo lo que soy:
una brisa
frente a la tempestad,
una voz
frente al olvido
que acuna las horas muertas
y el elevado latido
de la desesperación.
Mas ya no
quiero implorar
a tu sombra,
como quien ruega agua.
No quiero morir,
ni resucitar de tu mano,
ni esperar que dibujes soles rojos
en una noche descalza.
No quiero
latir
entre tus esquelas,
sino ser esa orquídea blanca
que respira
a pesar de la ruina y la helada.
© CHARLOTTE BENNET
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