Esta mañana pensé: voy a escribir sobre lo saludable que es tomar el sol con protección solar. Pero, al final, me vi cambiando de tema y enfocándome en algo más profundo: la vida que elegimos vivir. ¿Por qué este cambio? Porque no es fácil elegir vivir plenamente como queremos cuando existen factores que nos condicionan. A veces creemos que tomamos decisiones correctas sobre cómo queremos vivir la vida, pero en realidad son las circunstancias quienes nos empujan por ciertos caminos nada esperados, y con los que hay que lidiar. Nada es casual. Todo ocurre por una razón. Muchas veces planeamos hacer algo, y terminamos haciendo otra cosa, porque así debía suceder.
Vivimos como creemos que debemos vivir: ni más, ni menos... A veces lo hacemos de manera inadvertida... Otras apresurada, sin fijarnos en las pequeñas cosas, pensando que el tiempo es infinito y que siempre habrá un mañana para corregir errores o empezar de nuevo. Sin embargo, a medida que cumplimos años, la vida y el tiempo van de la mano, y se valoran más que cuando teníamos veinte. Cada instante que dejamos pasar, sin pena ni gloria, es un tiempo perdido que nunca volverá. Triste, pero cierto.
Algunos pensarán que la edad es solo un número, pero el cuerpo empieza a envejecer desde los treinta, y eso nos condiciona de alguna manera. Lo que antes pasaba inadvertido—hacer deporte, cuidarnos, alimentarnos mejor—ahora se vuelve prioridad, y se convierte en un modo de vida.
Saber quiénes somos, lo que queremos y cómo lo queremos debería bastar para vivir la vida con más intensidad si cabe. Vivir es respirar. Respirar es sentir, y sentir es vivir bajo mi punto de vista...Hay que aprovechar cada ocasión y no quedarse paralizado esperando a que llegue mañana para vivir. La peor medicina es la compasión hacia uno mismo. Tienes la vida que te has forjado a base de tropiezos, y lucha. No importa si no eres rico, ni tienes una mansión... O eres popular. Vive, ama, y valora lo que tienes. Aprende a sopesar lo bueno y lo malo que te sucede, prioriza aquello que importa y, sobre todo, observa desde la calma...
La vida no se mide por la cantidad de días que tenemos, sino por la calidad con la que llenamos cada uno de ellos. Pregúntate: ¿estás viviendo la vida que quieres? Si no es así, da ese ligero cambio hacia lo que te haga feliz y te llene.
Recuerda: Hoy estás aquí; mañana no sabes dónde estarás.
Os leo. Un saludo. Charlotte Bennet.
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